Quiero que llueva,
que llueva con fuerza
para que tus labios encuentren los
míos
y se disuelvan,
en nubes dulces,
nuestras bocas.
Quiero retener el instante
que va del respiro al delirio.
El punto equidistante
de tus ojos al suspiro.
El punto,
que pueda contener,
el que tan solo ayer,
fuí en ti, cauce del río
que poco a poco se desborda,
torrente que en escalofríos
se desliza suave entre las rocas.