lunes, 31 de diciembre de 2012

ENTRE POLVO DE ESTRELLAS










Si tuviera que contar las horas que he trascurrido en los aeropuertos, 
sumarian muchos días de mi vida. 
Siempre he advertido como es distinto el calor en las puertas de las “Departures” frente a las de “Arrivals”, donde hace pocos días me tomaba ese café, dulce y cremoso 
mientras el pulso se me aceleraba en cada estría luminosa del vuelo  XXX  “On time” , 
hasta que por fin..., llegó el ansiando “Landed” . 
Pasó la Navidad dejando polvo de estrellas entre mis manos.
Esta mañana sin embargo,  
 hacia frio, quizá demasiado. 
Quizá por ello el café en las “Departures” está helado 
y a pesar de los tres azucarillos, se me quedó amargo.
 Aún siento esa corriente escarchada 
filtrándose en el aeropuerto, hasta impactar de golpe en mi alma, 
como un puño en el estómago que te arranca un gemido.
Tal vez fuera en ese abrazarnos como tantas veces, 
o en ese buscarse de nuestras miradas entre las gentes, 
detrás de las cristaleras que inevitablemente nos separan.   
Aún veo su mano alzada mientras me lanza un beso que retengo en mis pupilas, 
como quien atrapa una mariposa 
y acto seguido abre su palma para que prosiga su vuelo. 
Con más frio aún, he atendido un “Last call”  para el “Boarding”….
 Los aviones me gustan, sobretodo en el despegue,   
después...
no cesa de maravillarme cómo logran sostenerse en el aire y poner distancias.    
Así, latido a latido he hecho todo el recorrido 
de los tres mil kilómetros que  hoy nos separan, 
extendiendo con cada uno, 
el hilo del cordón umbilical que nos mantiene unidos
 en cualquier punto de este mundo.
Reviso mi polvo de estrellas y cien cosas acuden a mi cabeza. 
Medito, medito sobre una frase de Mahatma Gandhi:  
 Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”.  
 Le concedo toda la amplitud de onda que pertenece a cada  palabra.  
 Traslado la frase a momentos y a personas, 
pero no voy más allá.
 A fin de cuentas es Navidad.
Pienso en que ha llegado el momento de hacer ese viaje que aplacé, 
y que ya no recuerdo por qué o por quién. 
Pienso en cambiar mi lugar de residencia, 
algo que posiblemente también haré.
 Y sigo con mi polvo de estrellas entre  las manos
 para darme cuenta de que, mis sueños, ni empezaron ni acabaron con la Navidad, 
sino que, tienen alas y siguen volando, 
cada uno hacia su lugar…. 
Me doy cuenta de que...
 ¡Queda tanto por hacer, tantos sueños que soñar!
Cargadito de regalos tengo mi polvo de estrellas y cada uno de ellos,
 particularmente especial.
Y atesoro..
atesoro en mi polvo de estrellas, el hábito de meditar, 
y vuelve a mi cabeza Gandhi, una vez más: 
Somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestro silencio.”.
Aborrezco la esclavitud.
Decido ser  la dueña de mi silencio.

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