jueves, 31 de diciembre de 2015

UNA CASA EN EL SOL

 
Fotografia  cortesia de Rosa Maria Serrano



Días atrás….
        Y era ya diciembre. Como un soplo, se habían sucedido los días y con ellos las semanas y los meses al ritmo de ese marcapasos llamado tiempo que, nunca se detiene y cuya cuenta, es siempre una cuenta hacia atrás. 
           Demasiados quehaceres quizás. Quizás demasiados pespuntes que tejer sobre los ropajes del corazón. Quizás, y sólo quizás.  
            Quién sabe por qué, a veces, el invierno arrima con la calidez de una primavera anticipada. Sin embargo, aquel día era grato sentir el viento aullar con dulzura y dejarse acariciar el rostro por sus dedos húmedos de brea y de sal y en lugar de la nieve, contemplar como seguían floreciendo las rosas en el rosal…
          Era ya diciembre, y las tiendas, las calles, los rostros foráneos que le salían al paso, vestían la campanilla de la Navidad. Para ella, como para tantos otros, la Navidad estaba aún por aterrizar un día cualquiera (que se convertiría en un día particular), en una terminal de aeropuerto con una maleta, un billete de ida y vuelta y unos zapatos de claqué para bailar sobre las agujas del reloj el vals de la cuenta atrás. Cuenta atrás para el arribo. Cuenta atrás para la repartida. Y la Navidad envuelta en ese tupido velo de  emociones que se conjugan en el corazón para enmudecer las palabras, y en donde  el abrazo, la mirada, el gesto, lo dicen todo, mientras la vida se viste con un enorme lazo rosa y se perfuma de azúcar y chocolate.                       
             Era ya diciembre y ese día, caminaba despacio sobre el borde de una playa lejana.  A su lado, una voz amiga llegada de la infancia como un regalo, la conectaba a un latido del tiempo con  aroma de lapiceros y cuartillas, tiempo con sabor a gominolas y  pompas de chicle en las ventanas del colegio, tiempo que podía devolverle una estampa en sepia de las escapadas a hurtadillas en las horas de recreo, para dejarse robar el primer beso…  Y recordó que por aquel tiempo, ella ya pintaba su casa en el sol.
            Escuchando aquella voz amiga y sus cascabeles en los vértices cruzados de la distancia, pensaba en cómo los años cristalizan sobre los huesos y en cómo la vida deja sobre la piel de cada cual su propia marca a fuego. Se asomó entonces de puntillas al baúl de la memoria para reencontrarse con las ausencias. Algunas ya insalvables, otras, pura ausencia en la ausencia. Y recordó también otros diciembres de años atrás, en los que había guardado minuciosamente los particulares de una perdida casa en el sol. Pudo evocar las formas de aquellos armarios armados con pedacitos de estrellas, donde no existe un sitio para el dolor. Las almohadas de nubes que por cada desaliento, como un motor, eran capaces de generar las nuevas alas de los sueños y hasta recordó, un pedacito de arcoíris que dormitaba casi olvidado en el fondo de un cajón… Era un particular e improvisado caleidoscopio llegado de algún misterioso lugar y pegado a su mano al nacer. Con él,  se podía admirar el mundo multiforme y multicolor.  Recordó las manos pequeñas que cosidas a sus faldas dejaban ir una constante lluvia de amor. Las mismas manos que ahora más crecidas, la fundirían en un abrazo y le traerían la Navidad con su propio caleidoscopio.   Otros diciembres, si. Una madre y un niño. Una casa en el sol. 


Y Hoy….

           Sin haberse desprendido aún de  la resaca navideña, otro año está a punto de abandonar el calendario. Apenas quedan unas horas para iniciar un nuevo año y con él, renovar promesas y propósitos. Sin embargo, ella lo sabe. Sabe que este año que se despide, es un año distinto, se quebró en febrero y ya no se recompuso. A diferencia de todos los demás, para este año que se va, no puede hacer un balance fiable. Ha sido un año de inversiones a largo plazo, de encuentros y reencuentros entrañables. Algún desengaño. Despedidas dolorosas. Crecimiento y cambios cuyos resultados, sólo podrán ser visibles más adelante.
           No hay más propósito para el nuevo año que vivir como ella sabe, aunque se olvidara de hacerlo  por demasiado tiempo. Y ahora que finalmente recordó que tiene esa casa en el sol, con sus armarios de estrellas, sus almohadas de nubes y un pedazo de arcoíris en un cajón… Ahora, ha llegado el momento de habitarla de nuevo.
Diciembre – Enero. 2015- 2016….
Una madre y jovencito apuesto. Famila.  Un océano de sueños. Partidas, reencuentros. Vida en la vida y …
Una casa en el sol.

Les deseo a todos un muy Feliz Año Nuevo 2016. Y cada uno, encuentre su propia casa en el sol. 
Dama de seis.






jueves, 29 de octubre de 2015

HOY TE CUENTO UN CUENTO: FANTASIA.






            Igor tenía por entonces seis años. Yalma, le había dejado acostado tras ajustarle bien las sabanas a la espalda. Sus manitas pequeñas habían acariciado su cara mientras le daba el beso de buenas noches, pero el pequeño la fijaba y en el claro de su mirada, pudo observar algo parecido al velo de una  tristeza.

               —    ¿Qué tienes? — le preguntó
               —   Nada .
            Ella asintió  con la cabeza y tras apagar la luz, dirigió sus pasos hasta la puerta. Antes de que pudiera salir de la habitación, Igor  tímidamente formulo su pregunta:
               —  Mamá, tú donde compras la fantasía?
Yalma, sorprendida por la ocurrencia, volvió sobre sus pasos y tomó asiento en el borde de la cama. Mientras acogía entre sus dedos, los dedos diminutos que poco antes habían acariciado su rostro, ella, también le interrogó:
                 —     ¿Por qué me lo preguntas?
                 —     Es que, verás mama, ayer quise enseñarle a Pablo el jardín de los duendes, los ogros y las hadas. Pero su presencia debió asustarles y ellos no salieron, Pablo no pudo ver ni uno solo de los duendes y eso que hay tres, ni a  ninguno de los dos ogros que hacen la guardia, tampoco las hadas salieron a tomar el sol sobre las hamacas de las hojas  y entonces me dijo que nada de eso existía y que si yo los podía ver, es porque tenía mucha fantasía. No le contesté. Me enfadé un poco. Después nos fuimos a jugar con Pipo, y también le quise enseñar como Pipo respondía a mis preguntas, pero  Pipo estaba molesto, creo que no le gusta mucho Pablo, siempre le ladra y Pablo tiene miedo de que le muerda. Así que Pipo se quedó metido en su cesta. Entonces Pablo, volvió a decirme que yo tenía mucha fantasía.  Pero es que a más a más, cuando terminamos de merendar, nos pusimos a pintar. Yo pinté para él, el Papa Noel que el año pasado encontramos sentado en el sofá, cuando fuimos a cenar a casa de la abuela. Quería regalárselo. Pablo dice que sus padres le compran regalos y hasta le preguntan qué quiere que le compren, porque Papa Noel no existe y otra vez me dijo que yo tenía mucha fantasía.  Sabes, mama, creo que son muy buenos los papas de Pablo, fíjate si son buenos que, como él no tiene fantasía, entonces Papa Noel no va a su casa para dejarle  regalos y por eso sus padres los compran, verdad?  para que no se quede sin nada. Eso le pasa también a la Petra, tiene que comprarle los regalos al tonto de Jacinto, que cuando se hizo mayor, dejó que una urraca se comiera su fantasía. Me lo contó la Petra un día que le pregunté; no sabía por qué yo tenía que escribir una carta a Papa Noel  con los regalos que quería y Jacinto, ¡Plas!, iba y se los pedía a ella. Y… Mama, mama… ¿Te acuerdas de cuando me contaste que la luna se hacía una C  grande de cuna, porque si alguna estrella estaba triste, ella la mecía hasta que sonreía, y que precisamente, cuando las estrellas se ríen, es cuando más brillan en el cielo? ¿Te acuerdas mama? ¿Te acuerdas cuantas hemos visto que se estaban riendo? …
                        —        ¡Sí, claro que me acuerdo!
                        —        Pues eso si me da mucha pena, porque cuando le he explicado a Pablo lo de la luna y las estrellas, me ha dicho que la luna es siempre redonda pero las nubes la tapan y hacen que tenga otra forma, también dice que las estrellas no se ríen porque no tienen boca, que soy yo que tengo mucha fantasía… Así que he pensado que si compramos un poco de fantasía y se la regalamos,  a lo mejor … A lo mejor, Pablo puede ver  como la luna mece las estrellas y también puede ver como se ríen, que parece que hagan un guiño.
                  —    Cariño, eso está bien, pero hay un problema, la fantasía no la podemos comprar. No la venden en ninguna parte.
                  —    ¿Por qué no? ¿Qué es fantasía?
                  —    Igor, la fantasía es como un árbol gigante, sus ramas llegan a todas partes,   fuertes y hermosas, pero es invisible su semilla. Primero hay que encontrarla y plantarla. Después, sólo crece en el cajón de los sueños.
                   —    ¡Claro! ¡Eso es lo que pasa!  ¡Pablo no tiene un cajón de los sueños!.  Siempre que viene a casa quiere abrir el mío y yo no le dejo, porque tú me dijiste que si se abre el cajón a destiempo, los sueños se escapan… Y también me dijiste que ese cajón, solo puede ser abierto por su dueño, que soy yo.
                    —    Exacto!
                    —    Mama, por favor ¿Podrías hacer otro cajón de sueños, como el que hiciste para mí, pero para Pablo?
                   —    No lo sé. Puedo intentarlo. Ahora duerme, mientras yo pienso cómo hacer de un cajón, un cajón de sueños para Pablo.
    El verde agua de las pupilas  de Igor, se iluminaron con una nueva luz. El trazo de una  sonrisa se dibujó en sus labios y el sueño le venció…
                  —    Felices sueños, mi amor.

Dama de seis



jueves, 8 de octubre de 2015

Mañana te contaré un cuento, hoy : TODO DUERME...





Todo duerme, menos el verde brillante de las hojas
 que emerge, bajo el chapoteo dulce del agua.
Se deja sentir húmeda, la bóveda del tiempo en los arboles,
tatuajes rugosos que, trepan por el leve de sus ramas
en nudos ancestrales y plausibles décadas pasadas.

Todo duerme, menos esta brisa que sabe a noche.
Este aire que suave se cuela por la ventana,
¡Tan lleno de hierba y tierra mojada!…
¡Tan lleno de dedos  sobre la piel  olvidada!…
¡Tan lleno de pétalos, fletando sus bordes!

Todo duerme.
Duermen los sueños sobre la almohada…
El agua que se acuesta en los cristales y los empaña.
Se duermen las lágrimas de los duendes
sobre nenúfares de terciopelo y nácar.

Y todo duerme.
El perfume de la aurora. El sol de mañana.
Cerrar los ojos... Todo duerme.
¡Es hermoso habitar este silencio que me abarca,
abrazar  el alma que, empapada de lluvia … baila!
Y Duerme. Todo duerme .Y esta noche… ¡Llueve!

Dama de seis

sábado, 26 de septiembre de 2015

PAISAJES ALTERNATIVOS III: MEDIA LUNA DE OTOÑO





Como fósforos incandescentes, las luces de la media noche, se prenden sobre el  húmedo de las aguas, y allí, danzan etéreas.
Un parpadeo de notas musicales se estrena en las pupilas, y entre destellos, la pleamar se torna una
 marea de candilejas flotantes, que van exhalando salitre y brea de matices fulgentes, sobre sus aguas quietas. 
Los haces de luz, a penas dejan intuir, sin acabar de desvelar, las corrientes que sin duda,  se agitan en el fondo…Una  profundidad contenida en el dique que, humildemente, con uno de sus brazos, sostiene a los arcos del puente y sus fanales… Y llega, despacio,  el susurro del agua batiendo sosegadamente su oleaje de penumbra, junto a un barco que zarpa a mar abierto, rumbo a cualquier parte,  alma “aliante” (1)  que extiende alas y va… con un sombrero de luna.

Agua.
Agua que se respira.
Agua noctambula en bruma,
que se evapora y se condensa 
y envuelta en nubes, vuela.
Agua.
Agua evaporada
que  lejos de cualquier playa,
se derrama en gotas de lluvia.
Agua.
Agua salada, nocturna
en el mar y en la lagrima…
 batiendo en la roca, espuma.
Agua.
Tanta, tanta agua en el mar.
Ahora,
 Mar adentro va la estela del verano,
 porque las estaciones se van sucediendo,
y a poco, llegará también el invierno
al que no ha de faltar abrigo de esperanza,
ni el fuego vivo de los sueños…  
Al son de la vida,
ese baile que nunca cesa,
sólo cambia la melodía,
o cambia  de orquesta.

Es  un guiño de esa  luna a mitad que, en medio a un festival de claros y sombras, 
se aprieta al otoño, en tanto que teje con hilos de plata,  paisajes evocados del recuerdo… 
Otras ciudades… Otro tiempo… 
o el campanilleo de los enamorados atrapando sueños en sus dedos, lo que me devuelve el pensamiento de algo, que aún llevo clavado en el sepulcro del silencio.  

Y es que “Amor”,
“Amor” no es  palabra, es verbo.
El tiempo a su paso
siembra el sosiego.
Acuarela nocturna esta media luna de otoño…
Satélite rutilante de ciudades y paisajes…
Luces del presente que acarician los recuerdos.

Dama de seis 
(1) Aliante : Palabra que procede del italiano, significa "planeador".