martes, 31 de diciembre de 2013

CARTA DE NAVIDAD






          Se encienden las luces en las calles y un estallido de color
 le dibuja un nuevo escenario a los sueños... 
He querido creer siempre que todo es posible en Navidad, 
sin embargo, 
año tras año  mi calcetín estaba vacío bajo la chimenea. 
Y Santa Claus pasaba de largo, sin haber cumplido uno solo de mis deseos… 
Sin dejar chocolates, ni siquiera caramelos…
           Y cada Navidad, con el gesto ingenuo de la esperanza, 
he ido formulando mis deseos diciéndome a mi misma que sí, 
que esta vez sí…
 Mientras mirando al cielo repleto de estrellas, me seguía preguntando 
si por casualidad,
  alguna de ellas, brillaba para mí…  
 Pero pasaba la Navidad con el vacío de mi calcetín, 
con los sueños entre las manos… 
Aún sin cumplir.
        Esta Navidad  no pintaba distinta de las demás. 
Las heridas que me sangraban por dentro no se iban a cerrar… 
Sin embargo, pocos días antes, 
el aire que respiraba tenía otra densidad, 
los días de sol lucían más claros, 
y en los días de lluvia,
 las nubes trazaban círculos de plata que yo veía a través de mi ventana… 
Cada noche las estrellas tapizaban el cielo, 
luciendo a diversa distancia y ocupando cada una su  lugar…. 
El día de Navidad busqué en mi calcetín...
Pensando que nada iba a encontrar.
Pero me encontré abrazos, besos, 
las manos amigas que alargaron sus dedos
 para acariciar mi corazón y sostenerlo, 
librándome de caer en el abismo,
al que otras manos menos amigas me arrastraron...
 Encontré el amor infinito que une a las generaciones,
 padres-hijos-abuelos…
Encontré los sueños olvidados, entre sonrisas y recuerdos… 
El vuelo de las mariposas…La gracia de seguir viviendo…    
 Y supe entonces, que la magia ... Siempre estuvo ahí, en ese lugar secreto...
La magia ha vuelto.
FELIZ AÑO NUEVO
(Dama de seis)




domingo, 15 de diciembre de 2013

12/12/2013 - EL VIENTO HELADO DE UN REQUIEM - "He visto una luz..."

OBDULIA FREILE GALLEGO - IN MEMORIAM

12/12/2013

A pocos días de la Navidad, la temperatura baja, nieva y entre bancos de niebla,
 parece que todo el frio se quedó  fuera, mientras las calefacciones marchan a todo gas
y el aire se impregna del  humo de las chimeneas,
del sabor de leña… 
Si. 
Todo parece quedarse fuera.
Sin embargo, suena el teléfono  y un viento helado atraviesa el tímpano
y se queda dentro,
en algún lugar del que no podemos desprendernos.
 Después de  101 años, llega la ausencia.
 Otro ser  al que he  querido,  la tía  “Odo” de siempre,  
parte sin que nunca le dijera que la quería,  más de lo que ella imaginaba…  
 Como nunca le dije,
cuánto me gustaba mirar sus ojos azules,
por lo mucho que se parecían a  los ojos de mi padre.  
 Ni la alegría que sentía al verla bajar la cuesta  de casa rezongando,
mientras iba llamando a mi madre.
Ni la ternura que me inspiraban sus manos temblorosas que
se empecinaban en servir el café,
la mitad en la taza y la otra mitad sobre el mantel.
No, nunca lo dije porque soy así  a veces, hermética…   
Y pienso en esos 101 años a los que yo no llegaré por muchas circunstancias,
 a la maestra de escuela que fue,
a la esposa y a la viuda después, en luto riguroso para siempre.  
 A los años que pasó cuidando de la abuela,
 pasando a ocupar su lugar por derecho,  cuando ella se fue…
 A su dureza de oído, que nos hacía reír más de una vez…
Y pienso, pienso en la última sonrisa que recuerdo en el jardín de una piscina
mientras al verme sin mi hijo me preguntaba: “¿Y el niño, dónde está el niño?  
Un duro año este, con nombres y apellidos. 
 Pero así pasa en la vida, algunos años pasan sin gran trascendencia,
 otros sin embargo,
se quedan para siempre en la lista negra.
Aunque más triste, sigo ansiando que llegue la Navidad
y  no para formular deseos,
 ni ver realizado algún sueño… 
Que  nada tiene que esperar  quien  ya  ha sido despojado de todo,  
 si no para fundir de nuevo en mis brazos, lo que más quiero,  
 el fruto de mis entrañas,
la sangre de mi sangre  y …
 Olvidar… 
Olvidar mientras mis pupilas se diluyen en el verde de su mirada,
 los largos días de ausencia,
las noches sin luna que deja la nostalgia…   
Las lágrimas.