sábado, 26 de septiembre de 2015

PAISAJES ALTERNATIVOS III: MEDIA LUNA DE OTOÑO





Como fósforos incandescentes, las luces de la media noche, se prenden sobre el  húmedo de las aguas, y allí, danzan etéreas.
Un parpadeo de notas musicales se estrena en las pupilas, y entre destellos, la pleamar se torna una
 marea de candilejas flotantes, que van exhalando salitre y brea de matices fulgentes, sobre sus aguas quietas. 
Los haces de luz, a penas dejan intuir, sin acabar de desvelar, las corrientes que sin duda,  se agitan en el fondo…Una  profundidad contenida en el dique que, humildemente, con uno de sus brazos, sostiene a los arcos del puente y sus fanales… Y llega, despacio,  el susurro del agua batiendo sosegadamente su oleaje de penumbra, junto a un barco que zarpa a mar abierto, rumbo a cualquier parte,  alma “aliante” (1)  que extiende alas y va… con un sombrero de luna.

Agua.
Agua que se respira.
Agua noctambula en bruma,
que se evapora y se condensa 
y envuelta en nubes, vuela.
Agua.
Agua evaporada
que  lejos de cualquier playa,
se derrama en gotas de lluvia.
Agua.
Agua salada, nocturna
en el mar y en la lagrima…
 batiendo en la roca, espuma.
Agua.
Tanta, tanta agua en el mar.
Ahora,
 Mar adentro va la estela del verano,
 porque las estaciones se van sucediendo,
y a poco, llegará también el invierno
al que no ha de faltar abrigo de esperanza,
ni el fuego vivo de los sueños…  
Al son de la vida,
ese baile que nunca cesa,
sólo cambia la melodía,
o cambia  de orquesta.

Es  un guiño de esa  luna a mitad que, en medio a un festival de claros y sombras, 
se aprieta al otoño, en tanto que teje con hilos de plata,  paisajes evocados del recuerdo… 
Otras ciudades… Otro tiempo… 
o el campanilleo de los enamorados atrapando sueños en sus dedos, lo que me devuelve el pensamiento de algo, que aún llevo clavado en el sepulcro del silencio.  

Y es que “Amor”,
“Amor” no es  palabra, es verbo.
El tiempo a su paso
siembra el sosiego.
Acuarela nocturna esta media luna de otoño…
Satélite rutilante de ciudades y paisajes…
Luces del presente que acarician los recuerdos.

Dama de seis 
(1) Aliante : Palabra que procede del italiano, significa "planeador".

jueves, 17 de septiembre de 2015

CON LA PLUMA Y LA VELA








Toda la noche lleva el perro aullando en la calle. La mano de su dueño anda desaparecida, borrada quién sabe dónde. Se me antoja un grito de soledad que araña esta noche sin luna.
          No hay luz desde hace horas. Un desfase de corriente nos tiene a todos a oscuras. Enciendo una vela y bajo la temblorosa danza de su llama, acaricio los bordes de un juego de plumas  que un ángel caído del cielo,  las hizo llegar a mis manos anteayer por la mañana. Cuatro plumines de gráfico divergente  acompañan a una; para la otra, un estilete argentado por donde la tinta, corre veloz. 





   En las cuerdas de este espacio dilatado, pareciera que el reloj de las décadas ha girado a la inversa para devolverme a la adolescencia y a esas noches de insomnio, donde a escondidas, al refugio de la luz de una vela para que nadie me viera, escribía poemas prohibidos, sin darme cuenta siquiera, de estar diseñando los trazos de mi propio interior…  


Por aquel entonces, el suave rumor de la pluma girando sobre el papel era ya mi música preferida… Ella era la voz, el grito silencioso que se revelaba con un destilado íntimo  que, los folios en blanco absorbían y luego, fieles a los secretos que contenían… Permanecían mudos en el cajón,  únicos testigos que atesoraban pedazos de alma.
Los avatares del tiempo y las circunstancias, un día, dejaron la pluma dormida en un ángulo del pecho… No había tiempo. La vida corría y corría deprisa en un sucederse tan caótico y acelerado que un segundo, era ya un segundo tarde…
Mil girones de piel entre tartas de cereza, rejas de acero en castillos de papel,  amplias vías, estrechos  senderos con cien torres de Babel y …  A pesar de que  cada uno de esos entresijos me obligaba a derramar tinta, la pluma alquimista permanecía quieta y muda.


          Afuera todo sigue oscuro, pero aquí, envuelta por el aura de la candela prendida, tomo mi cuaderno de notas, ese con las cubiertas de cuero grabado que alguien, hizo para mí. La pluma danza, mágica, dando forma a estas líneas por las que la tinta fluye, palpitante, con la inmanencia del corazón para poder decir, humildemente: “Gracias...
 Muchas gracias” 


Este relato lleva las directrices de las enseñanzas de mi padre, y mi agradecimiento a Isabel Gálvez y Xavier Muñoz.

Dama de seis