Salamanca 30- 07- 2016
Salamanca resplandeciente entre
verdes jardines una mañana de sábado. Han pasado casi treinta años desde la
última vez que anduve por algunas de sus calles empedradas. Recuerdo la casa de
las Conchas con el blasón de los Maldonado y su torre cercenada en casi dos
tercios por orden de Carlos I como castigo a los Maldonado y a sus caudillos
comuneros. La Batalla de Villalar emerge entre las páginas de los libros de
historia del colegio, aunque esta vez, la dejo dormitar.
Paso por avenidas que recordaba más
estrechas. Calles peatonales que se entrecruzan y convergen en las catedrales.
La vieja catedral de Santa María
abre sus puertas a las promesas de dos jóvenes enamorados y su sequito de
convidados.

Mirando esa esposa radiante con su traje de
novia, evoco alguna historia. El amor es un acero frágil, a veces se fortalece…
Otras se quiebra… Y si para hacerlo grande hay que unir fuerzas, para romperlo,
con uno solo se basta.
Pero he aquí que escribo para esta boda
un cuento de hadas, un príncipe y una princesa, un castillo entre nubes de
algodón y un largo camino lleno de amor y esperanza.
Dama de seis