(Introducción)
Algunos días se me enojan las
palabras, como discípulos rebeldes arrebatados de la nada.
Son días sin título
que simplemente pasan.
Y pasan en un cruce de espadas entre verbos sin nombre y
nombres que se han dormido en el reverso de la almohada.
Algunos días se me
antoja que es de noche cuando despunta el alba y le cierro los ojos al fulgor
de la mañana.
Trepo entonces la escalera del olvido
buscando los hilos con los que
bordar mis sábanas
¡Ay!
¡Qué fragua alimentará esta ausencia de su vacio en mis brazos, cuando de
repente le despido! …
Y ya no está, ya
se ha ido .
¿De qué color pinto entonces el cielo, cuando un pájaro de acero me lacera dentro, al tiempo que se alza en vuelo y se lleva,
bajo el surco de sus alas, lo que yo más quiero?
¿Cómo sofocar el doloroso latido de cada
grieta abierta en esta desagradecida distancia, silencio en el silencio?
Y yo, yo aquí … mi ángel…¡Tan lejos!
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