Te diré, que nunca el verde será tan claro como la luz de
tus pupilas.
Te diré, que un día como hoy, hace ya algunos años,
con el vientre contraído, atendía impaciente oír tu llanto….
Te contaré, que minuto a minuto pude sentir tu pálpito,
como un caballo desbocado que emprendiera la huida,
sin embargo, cada uno
de tus latidos, era un himno de Alegría
porque eras tú, tú empujándote
con fuerza hacia la vida….
Y te diré, te
contaré, que cuando cansada y casi vencida,
pasada la media noche, en los minutos de tres cuartos,
cuando en mi oración íntima, en plegaria iba rogando
por tu vida …. Y por la mía,
se hizo la luz y se obró el milagro, contemplando tu carita.
Acurrucado en mis brazos, uno a uno conté los dedos de tus
manos,
acurrucado en mis brazos, cubrí tu cuerpo de caricias….
Acurrucado en mis brazos, año tras año, día tras día crecías
pero año tras año, aún en la distancia, nunca se me olvida
que un Uno de Octubre
tú y yo fuimos milagro, vida en la vida… dos héroes solitarios en una
camilla.
Un milagro inmenso... como tu hermoso poema. Es un placer leerlo.
ResponderEliminarGracias por la lectura y por el bello comentario, Rafael. Siempre es un placer tú visita.
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