OBDULIA FREILE GALLEGO - IN MEMORIAM
12/12/2013
A pocos días de la Navidad, la temperatura baja, nieva y
entre bancos de niebla,
parece que todo el frio se quedó fuera, mientras las calefacciones marchan a todo gas
y el aire se impregna del humo de las chimeneas,
del sabor de leña…
parece que todo el frio se quedó fuera, mientras las calefacciones marchan a todo gas
y el aire se impregna del humo de las chimeneas,
del sabor de leña…
Si.
Todo parece quedarse fuera.
Sin embargo, suena el teléfono y un viento helado atraviesa el tímpano
y se queda dentro,
en algún lugar del que no podemos desprendernos.
Sin embargo, suena el teléfono y un viento helado atraviesa el tímpano
y se queda dentro,
en algún lugar del que no podemos desprendernos.
Después de 101 años, llega la ausencia.
Otro ser al que he querido, la tía “Odo” de siempre,
parte sin que nunca le dijera que la quería, más de lo que ella imaginaba…
Otro ser al que he querido, la tía “Odo” de siempre,
parte sin que nunca le dijera que la quería, más de lo que ella imaginaba…
Como nunca le dije,
cuánto me gustaba mirar sus ojos azules,
por lo mucho que se parecían a los ojos de mi padre.
Ni la alegría que sentía al verla bajar la cuesta de casa rezongando,
mientras iba llamando a mi madre.
Ni la ternura que me inspiraban sus manos temblorosas que
se empecinaban en servir el café,
la mitad en la taza y la otra mitad sobre el mantel.
No, nunca lo dije porque soy así a veces, hermética…
cuánto me gustaba mirar sus ojos azules,
por lo mucho que se parecían a los ojos de mi padre.
Ni la alegría que sentía al verla bajar la cuesta de casa rezongando,
mientras iba llamando a mi madre.
Ni la ternura que me inspiraban sus manos temblorosas que
se empecinaban en servir el café,
la mitad en la taza y la otra mitad sobre el mantel.
No, nunca lo dije porque soy así a veces, hermética…
Y pienso en
esos 101 años a los que yo no llegaré por muchas circunstancias,
a la maestra de escuela que fue,
a la esposa y a la viuda después, en luto riguroso para siempre.
A los años que pasó cuidando de la abuela,
pasando a ocupar su lugar por derecho, cuando ella se fue…
A su dureza de oído, que nos hacía reír más de una vez…
Y pienso, pienso en la última sonrisa que recuerdo en el jardín de una piscina
mientras al verme sin mi hijo me preguntaba: “¿Y el niño, dónde está el niño?
a la maestra de escuela que fue,
a la esposa y a la viuda después, en luto riguroso para siempre.
A los años que pasó cuidando de la abuela,
pasando a ocupar su lugar por derecho, cuando ella se fue…
A su dureza de oído, que nos hacía reír más de una vez…
Y pienso, pienso en la última sonrisa que recuerdo en el jardín de una piscina
mientras al verme sin mi hijo me preguntaba: “¿Y el niño, dónde está el niño?
Un duro año este, con nombres y apellidos.
Pero así pasa en la vida, algunos años pasan
sin gran trascendencia,
otros sin embargo,
se quedan para siempre en la lista negra.
otros sin embargo,
se quedan para siempre en la lista negra.
Aunque más triste, sigo ansiando que llegue la Navidad
y no para formular deseos,
ni ver realizado algún sueño…
y no para formular deseos,
ni ver realizado algún sueño…
Que nada tiene que
esperar quien ya ha
sido despojado de todo,
si no para fundir de nuevo en mis brazos, lo que más quiero,
el fruto de mis entrañas,
la sangre de mi sangre y …
si no para fundir de nuevo en mis brazos, lo que más quiero,
el fruto de mis entrañas,
la sangre de mi sangre y …
Olvidar…
Olvidar mientras mis
pupilas se diluyen en el verde de su mirada,
los largos días de ausencia,
las noches sin luna que deja la nostalgia…
los largos días de ausencia,
las noches sin luna que deja la nostalgia…
Las lágrimas.
Impresionante texto, Antonia. Respira autenticidad en cada línea. "Que nada tiene que esperar quien ha sido despojado de todo...": sobrecogedor. Una alegría reencontrarte.
ResponderEliminarGracias Rafael. Las palabras dibujan las formas de lo que se siente, pero sólo los sentimientos nos hacen auténticos y trasparentes.
ResponderEliminarMirar de frente una realidad resulta, casi siempre, sobrecogedor... Ignorarla, una cobardía. Sencillamente, ver con claridad, nos permite avanzar.
Una alegría tus visitas.
Besos.