Puedo escuchar tu palpitar en la
noche
cuando preguntas a la luna
y la luna no te responde
y quieres saber quién soy yo.
Apenas un diminuto tren
que se detuvo en tu estación,
una esencia que pudo ser,
un soplo de verdadero amor,
un algo a mitad entre la luna y el
sol.
Y quien sabe cariño mío
si al final también has comprendido
que no se mide el alma
por las condenas que hizo al frio
a otros más pobres de corazón,
si no por las veces que sin haberlo
merecido
supo el alma darles abrigo
y estrecharles más fuerte para
darles calor.
Sé que recelas de mis palabras
y te incomodan mis abismos
y sigues preguntándote quien
soy.
Ya ves como resulta distinto
el desenvainar las espadas
para blandirlas sin ton ni son
apuntándolas sin
compasión,
de sentir su acero en la garganta
y su punta en el corazón.
Tal vez ahora sepas quien soy.
Alguien que una vez te quiso,
alguien que lo merecieras o no
simplemente te amó.
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