Contemplo detrás de los cristales los almendros en flor, preludio de una
primavera que se anticipa.
Un poco se me empañan los ojos con el alma arrobada por los
pliegues del tiempo…
¡Ah!
La falda corta, el chicle de fresa, las cartas de amor…
el
baúl de los sueños que no conoce reloj.
El primer perfume, la primera dieta, el
primer golpe, el último dolor…
Ser en ser mujer,
la adolescente rebelde, la muñeca objeto de placer,
la cocinera, la
lavandera, la curandera, la economista,
la que recorta y pega con amor
pedacitos de corazón…
La que con las piernas quebradas camina, con las alas
rotas vuela…
Ser en ser mujer,
la mano que acaricia,
el pecho que
consuela,
el vientre que gesta,
el grito callado que alumbra…
Ser amor en el
amor.
Y ser en ser mujer,
la hija, la madre, la amiga, la
amante…
La que cambia lágrimas por sonrisas mientras su corazón se parte…
la
que calla y combate,
la que nunca abandona,
la que se levanta si cae…
Mujer…
que baila con lobos,
afronta demonios en
sombras
sin desfallecer,
y un día…
se va…
impregnado de su perfume el aire…
y es
aire en el aire.
Mujer...
¡Nada más!
Dama de seis
Este texto no es un poema de versos libres, es un texto declarativo al que se me ha entojado separar los párrafos.
...Y nada menos. Magnífico escrito, Antonia. La pura semblanza de la feminidad. Una delicia comprobar que has vuelto y con tus galas mejores.
ResponderEliminarMuchas gracias, Rafael, si tus versos llegan al alma, tus comentarios no podían ser menos.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.