… Hace tiempo que dejé
de sentir el miedo
colándose por cada pliegue de piel
hasta ahogar el alma,
como filtra la tierra el agua
en lagunas subterráneas.
Alza la voz en la
distancia
hasta romper las cuerdas de tu garganta.
Aprieta los puños,
afila tus espadas…
Huérfana soy y madre mutilada.
Más presta atención a no abocar tu ira
sobre el fruto de mis entrañas,
o procurarle la más mínima de las heridas.
La sangre, ni aún helada, se transforma en agua.
Y yo que nunca juro… ¡Esta
vez, sí… te juro!
El verdadero poder consiste en superar los miedos. Determinación y energía se dan la mano en tu poema. Y la imagen preciosa: un "pensamiento" brotando en el asfalto, alegoría de belleza.
ResponderEliminarGracias Rafael, me complace el modo en que interpretas y comprendes lo que escribo , aún más allá de las letras. Un fuerte abrazo.
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