Todo se ajusta en la tarde de un sábado, con la lluvia
trenzando en hilos de plata el presente con otro tiempo pasado.
Me queda el sabor de lo entrañable en la fuga del presente que me llevó de regreso a la infancia, conducida por el calor de la mano de aquellos niños y niñas
que, en algún rincón del alma, todos seguimos refugiando, a pesar de parecer adultos ahora…
Y de viaje por el pasado, permanecimos
a tres pasos de la escuela, a tres pasos de los deberes, las riñas y los
juegos de patio.
Recortes de infancia con el perfume de la última muñeca, la
última pelota, el primer cigarrillo y la primera cita secreta que, llegaron para desvanecer las arrugas que los años habían marcado en los rostros, como si se tratara de un desafío al tiempo que
implacable pasa, como una adorable
melodía que se escribe, nota a nota, en
una página del archivo de esta vida que, a veces, a quien más quien menos, sacude a dentelladas…
Encontrar a las parejas de siempre y sentir brillar la esperanza cuando se puede verificar
que, es verdaderamente cierto, que en
algún lugar terreno, se cultiva el amor eterno.
Y volver a pintar
sobre el cuaderno de nuestras vidas desde una foto en sepia, las sonrisas de la inocencia, a pesar del arañazo de las ausencias y…
Descubrirnos
de nuevo ahora, crecidos cada cual en la
academia de su destino con su particular libro de experiencias, es tocar con la
punta de los dedos los sueños que un día tuvimos…
Es agradecer a cada uno, su propia
existencia y agradecer la coincidencia
de un tiempo que fue nuestro, tan
nuestro, que juntos… lo vivimos.
El Paraíso del hombre es su infancia, como dijo el poeta.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo. Un abrazo de poeta a poeta.
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