En los ojos,
alboradas purpura con destellos de oro que
impregnaron mi retina…
Crepúsculos de manos temblorosas que rozaron mi
rostro,
en piel de
luna y en lágrimas de tinta.
En los ojos,
un horizonte de notas que labra melodías
como puente de plata entre los sueños y el abismo.
En los ojos,
En los ojos tantas cosas!
silencios que celosamente el alma aferra y contiene…
silencios que atesora… como un duende.
En los ojos,
el hado melancólico que aprendí caminando entre la
gente.
Golpe a golpe y suerte a suerte….
En los ojos,
la palabra
que germina y nunca se pronuncia,
el dolor quieto de las sombras, que arañan, que
mutilan.
Porque no está ni en la palabra ni en el gesto la
diferencia,
si no en la voz desacorde que grita a destiempo
y todo aquello que yo, guardo en mi silencio.
(Dama de
seis)
Y en los ojos… paisajes y gentes… Melodías
y coros.
Y tantos silencios donde a veces río y otras veces…
también lloro.
(Dama de seis)
Extraordinario texto, Antonia, con la fuerza de un alma auténtica. Para leer y releer... Unos ojos maravillosos.
ResponderEliminarGracias por la contundencia de tus palabras, Rafael... Quiza sea que las almas poetas hacemos uso permanente de nuestro sexto sentido...
EliminarBesos amigo.