I)
Me
atrapa el mar en su infinito, como el desmadejamiento que acae tras un cúmulo
de ideas galopantes que, toman en asalto
los recodos dormidos de la ausencia. Todo se sucede en una guerra de tronos entre
la inexorable razón y la sinrazón que el
corazón gobierna, parte y desaparte de la propia existencia.
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II)
Sentir
el murmullo plácido del agitado palpitar de las hojas que se mecen al
viento, me sosiega. Confundo el negro de
mis pupilas en el oleaje nocturno que rompe su oscuro para
rendirse, dócil, en las rocas. Y
es paz. Paz en la serena quietud con la
que contemplo países, mares, tierras… Horizontes
que se funden en océanos y mareas…
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III)
En la bahía, una vez
disgregada de la muchedumbre que me ha absorbido todo el día como a una
partícula, hallo el remanso íntimo. El
espacio de un pensamiento mínimo. Absoluto. Una verdad ciega que flota en el
aire y que se respira, como la niebla. Será
porque más allá de las palabras y los silencios que se alzaron batiendo alas
para hacerse grito… Estoy yo… Será.
Y
será, que si acaso, por un instante,
tomara verdadera conciencia de mi existencia… Si acaso… por un instante, en mi mente…
Siempre Tú.
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