Fotografia de A. Freile
Pasos acompasados.
Suspiros en miradas encontradas
que se alzan tímidos entre los destellos de nieve blanca.
Latidos que se
vuelcan en la boca para enmudecer las palabras.
Aquellas que por no ser, no son y se vuelven innecesarias.
A manos
tendidas las almas heridas aún se duelen, frágiles en su dolor.
Amasan en coágulos
la sangre que aún les brota
en la brecha abierta por quien se otorgó,
porque
sí,
un derecho que no le pertenecía,
tomó su
intimidad y la violó,
sin entender ni comprender más allá de su propio yo.
… Y todo cabe en el blanco silencio mientras nieva.
El
vuelo del águila.
La sonrisa cómplice de quienes contemplan.
El olvido que
perdona. El recuerdo que no olvida.
La
lágrima que esboza los trazos de un
sentimiento puro
ultrajado…
Y la sabiduría de quienes heridos de muerte
comprenden,
que aquello que no te mata,
te hace más fuerte.
(Dama de seis)
El reciente retiro te dejó estas impresiones en el alma... Parece que la nieve fuera un libro en cuyas blancas páginas todo puede escribirse. Un abrazo, Antonia.
ResponderEliminarAsí es ,Rafael. La nieve me recuerda a los folios en blanco. Cada paso en la nieve deja una huella, como la palabra escrita en una página nueva, emborronada quizá por una emoción. Pero cuando todo es blanco... es un comienzo, un punto y a parte... Otro principio sin un final.
ResponderEliminarBesos, amigo.