Fotografia de Edgar Nevini Freile
Te quiero siempre,
cuando sale el sol,cuando llueve…
Es tu
ausencia
dolor insondable,
insoluble, inacabable.
Daga silente que lacera
con el pulso insolente
de los sin tierra.
Te quiero siempre,
desde ese instante
que tu corazón vibrante
hizo eco en mis latidos
y se hizo tu sangre
de mi sangre,
tu carne de mi carne.
Te quiero siempre,
por la fragilidad con la que caes
de aquello
que ignoras,
de aquello que sabes
en tus ojos
verdes
y piel de armiño,
mi niño grande, mi niño, niño …
Te quiero siempre,
Grites o calles
tu dolor dormido…
Lloro cuando lloras,
y cuando ríes, rio.
Si olvidas, olvido.
Te quiero siempre
mi niño grande, mi niño, niño.
(Dama de seis)
Un poema que desborda ternura... Pero es natural, con el corazón que tiene detrás. Abrazos.
ResponderEliminarGracias, Rafael. Que nunca nos falte la ternura necesaría para estremecernos y despetar nuevas emociones en el corazón- Sin ternura, el alma se vuelve un desierto espinoso y hostil .
EliminarAbrazos.