Un martes, un jueves o un domingo quizá,
difícil es determinar
para quien no tiene calendario y los días,
como hojas
de otoño,
primero florecen y con el viento de la noche se van.
Kilómetros de carretera
encadenados a las
ruedas que giran sin parar,
mientras los caminos se confunden
en cualquier
cruce de cualquier lugar…
Y llegó
al fin…
A esa playa donde se descuelgan las soledades…
A esa playa donde…
Primero
llueve y luego, nieva sobre el mar
como en aquellos ojos de sus veinte años,
en
una Italia profunda y de juegos de azar.
La vida en un soplo
y en un soplo
otros
días de carretera
que arañando inviernos también se irán…
Y diecinueve mil Kilómetros
aún
en diecinueve mil días para escapar.
¡Quién sabe de qué huiría y que poco importa ya!
Primero llueve, luego… Nieva sobre el mar.
Dama de seis
Buen
ResponderEliminarBuen
ResponderEliminarBuen...Buen... ¿Puedo interpretarlo como dos veces bueno? jajaja. Muchas gracias por la lectura y el comentario, José Luis.
EliminarUn abrazo.
¡Qué sutil pincelada sobre el paso del tiempo!¡Y que melancólica pulsión en el piano de los sueños perdidos! ME ENCANTÓ... Besos, Antonia.
ResponderEliminarGracias Rafael... Eso quise representar precisamente, una pulsión en el plano de los sueños perdidos, sobrevolando sobre ellos como las aves planean los abismos.
EliminarBesos también para tí, Rafael.